30 ago 2011

HUILA: ORIGEN DE LAS CABALGATAS EN LAS FIESTAS DE SAN PEDRO



RIGEN DE LAS CABALGATAS EN LAS FIESTAS DE SAN PEDRO 

LAS CABALGATAS

Las cabalgatas son una de las expresiones más típicas de la cultura folclórica huilense, toda vez que representan no sólo aspectos festivos sino también un largo pasado cuando el transporte en el Huila y en Colombia se realizaban a lomo de mula y a caballo.

Las cabalgatas como tradición cultural constituyen una herencia de los tiempos de los caminos de herradura. En el Huila -como en el resto del país- eran la mula y el caballo el más extendido me- dio de transporte, sobre todo a los lugares donde no era posible la navegación fluvial. No existían las vías carreteables que hoy conocemos y, en consecuencia, el territorio estaba surcado por una red de caminos de herradura por donde a diario transitaban las muladas acarreando productos y mercancías, así como los jinetes que se desplazaban de un lugar a otro.

Era natural que el caballo, que hacía parte de la vida cotidiana, desempeñara un significativo papel en las celebraciones festivas. Para las fiestas de San Juan, que tenían lugar más que todo en las áreas rurales, la gente acostumbraba irse en cabalgata de vereda en vereda o de uno a otro poblado, departiendo alegremente bajo los efectos euforizantes del aguardiente. Así, los de Peñas Blancas se iban a Guacirco, los de Fortalecillas al Albadán, los de Campoalegre a Haba etc., estas visitas colectivas y fiesteras eran correspondidas por los anfitriones de tal forma que durante los días de las fiestas era constante el ir y venir de las cabalgatas en que partici- paban hombres y mujeres, en un extraordinario ambiente de jolglorio, amenizado por agrupaciones que tocaban rajaleñas y otros aires de la música autóctona.
RIGEN DE LAS CABALGATAS EN LAS FIESTAS DE SAN PEDRO 

No eran cabalgatas previamente organizadas como ocurre actualmente en los centros urbano, sino una manifestación espontánea en que participaba todo aquel que 10 deseara y tuviera un animal en que montarse. Como no existía el transporte automotor, que exige regulaciones, en los pueblos se paseaba a caballo, sin someterse a rutas preestablecidas, ni horarios, ni nada. Era la libertad completa, con el solo cuidado de no atropellar con la cabalgadura las personas que transitaban a pie.


Durante todo el año la gente esperaba con ansiedad a que llegara el San Juan para participar en las abigarradas cabalgatas. Los jinetes, ataviados con anchos zamarros pañuelos raboegallo, sombreros suaceños o corroscas de pindo, al trote o al galope y con los ponchos agitados por el viento, eran un espectáculo saludado con entusiasmo por los habitantes de las casas y los ranchos del camino. Por lo general la fiesta de San Juan se unía con la de San Pedro, o sea que la parranda se extendía por una semana e incluso más tiempo pues la lista de santos reales o imaginarios, en cuyo nombre se tunaba, abarcaba diez días: San Juan, San Eloy, San Eloicito, San Crispín, San Crespincito, San Pedro, San Pablo, San Pablito, San Churumbelo y San Churumbelito.

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El advenimiento del transporte automotor acabó con la tradición de las cabalgatas rurales porque, como es obvio, los que ahora quieren asistir a los festejos sampedrinos a un lugar disto al de su residencia, simplemente se suben a su vehículo o en su defecto utilizaban el transporte público. Las cabalgatas de antaño fueron una tradición superada por el desarrollo moderno. Las que ahora se realizan son algo así como un homenaje a la memoria de los ancestros y una exaltación a la figura del caballo que tanto significó en la vida de los antepasados y en la historia del departamento y del país.


 Texto tomado del libro Festival Folclorico, Reinado Nacional del bambuco y muestra internacional de Folclor” Gobrenacion del Huila 2007

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