LA HISTORIOGRAFÍA SOBRE LA FUNDACIÓN DE NEIVA
Neiva Huila Colombia |
Por: Hernán Clavijo Ocampo
Vicepresidente Academia
de Historia del Tolima
La fundación de Neiva ha tenido un
tratamiento marginal en las crónicas y en la historiografía nacional y
huilense, debido tanto a la inconsistencia misma de la fundación hasta poco
después del fi nal de la Guerra contra los Pijaos y a la falta de fuentes
locales debido a la fundación. Joaquín
García Borrero planteó que “…a pesar de la escasez de material y documentos,
siempre necesarios para una verdadera crítica histórica,… encuentra (otro tipo
de pruebas)…en la persistencia de la tradición, en el rebalse de los hechos y
en la manera constantemente asombrosa como se conservan las costumbres y los
caracteres…”. (García, 62).
Sobre la fundación de Neiva el presbítero
Jenaro Díaz dice, “son muy escasas las noticias…acerca de (su) primer siglo de
existencia…”, y agrega que sólo gracias al hallazgo del doctor Ulises Rojas en
el Archivo de Indias se sabe con certeza que fue fundada el 24 de mayo de 1612.
La escasez de datos la atribuye Díaz a la pérdida del Archivo ocasionada por la
humedad y el comején. (Díaz, 38, 39).
Díaz agrega que de la fundación de ciudades y villas, las rebeliones
indígenas y la obra evangélica del siglo XVI, solo quedó en pie, después de la
destrucción de la ciudad de la Plata en 1577. La villa de Timaná.
Conviene anotar de paso que la historiografía
colombiana poca atención ha prestado a “las ciudades perdidas” de la Nueva
Granada del siglo XVI como fueron, entre otras, las de la Plata, San Vicente de
Paez y Tocaima1. En el primer caso, Don
Vicente Restrepo estableció fuentes de archivo con base en las cuales sostiene
que la ciudad fue asaltada por 20.000 bárbaros en 1564, mataron a los 7.000
habitantes de la ciudad; la ciudad entera y las casas de campo fueron
incendiadas, las minas demolidas y los socavones taponados durante varios
días. (Restrepo, 124,125). Tovar Zambrano afi rma que la destrucción
ocurrió en 1577. (Tovar, 228).
Según el cronista Velasco, citado por
Restrepo, las 900 personas que vivían en el asiento de las minas fueron pasadas
a cuchillo y ninguna se salvó aunque luego acepta que algunas de los que
huyeron lograron sobrevivir. (Restrepo,
125).
En la primera parte de la citada obra de Díaz
Jordán, el siglo XVII es abordado a partir de lo que llama, de un lado, el
problema de los Pijaos, con base en los cronistas, y de otro la Gobernación de
Neiva, con base en el trabajo de Joaquín García Borrero, Neiva en el siglo XVII
(Díaz, 34). Este planteamiento supone,
equivocadamente, que primero se erigió la gobernación y después se fundó la ciudad. En otros términos, que la fundación de la
ciudad fue parte de la capitulación del gobierno provincial.
Otro tipo de inexactitudes que encontramos en
el original trabajo del abogado y antropólogo Adolfo Triana Antorveza es la de
afi rmar, con base en el historiador Plaza, que el gobernador don Diego de
Ospina trasladó la villa de San Juan de Neiva al sitio donde está hoy,
cambiándole su nombre por el de Nuestra Señora de la Limpia Concepción del
Valle de Neiva y que el viejo lugar lo llamó Villavieja.
Como veremos, cuando el capitán Ospina fundó
el Pueblo Nuevo de Neiva todavía no era gobernador de Neiva y Timaná; es decir,
ni la entidad provincial ni el cargo de gobernador preexistieron a la fundación
de la ciudad.
La historiografía clásica huilense desde don
Gabino Charry y Restrepo Sáenz hasta
García Borrero, ha tendido a basar sus juicios sobre la ciudad y el valle de
Neiva en el siglo XVII en los cronistas, principalmente en Rodríguez Freile y
en Flórez de Ocáriz, y en uno que otro documento de archivo. En este trabajo haremos una innovación
metodológica en los estudios sobre la fundación de Nieva, con base en nuevas
fuentes de archivo y su uso para la crítica de la Crónica colonial,
especialmente la de Flores de Ocáriz.
La tesis de Fray Pedro de Aguado sobre Neiva,
vox populi en su tiempo, ha sido repetida por los historiadores que se han
ocupado de su fundación. Según García
Borrero, Aguado afi rmó que Neiva “(era) mal poblada de naturales y algo
acompañada de montes y arcabucos, que juntamente con la constelación e infl
uencia de las estrellas y cielo y del sol que arde con gran resplandor la hacen
enferma…para los forasteros”. García
(Ctd. Fray Pedro de Aguado, 28).
Entrada a Neiva Huila |
En las Relaciones Histórico Geográfi cas de la
Audiencia de Quito editadas por Pilar Ponce, aparece la relación de Popayán y
del Nuevo Reino de los años 1559 – 1560, en la cual se advierte ya de la villa
de Neiva un rasgo que será duradero. Se
trata de la dependencia de la mano de obra indígena de otros lugares. “Los naturales de ella son muy pocos y de
mala servidumbre. Su población es de
tierra fría y en venir a lo caliente recibe gran daño, y a esta causa son menos
cada día, porque confi nan con ellos los Paeces y Pijaos, que también comen su
parte.”. Esta observación, como veremos,
será confi rmada en la inferencia que podemos hacer del relato oblicuo que hizo
el capitán Diego de Ospina de la fundación de la ciudad en sus representaciones
y cartas a la Real Audiencia y al Rey.
La documentación de archivo y bibliográfi ca
sobre la evolución de Neiva en el periodo de gobierno del sucesor de su
fundador; es decir, de la gobernación de su hijo don Francisco Martínez de
Ospina que va de 1630 a 1650, es bastante precaria. Apenas sabemos por la cita que del
historiador Plaza hace Triana Antorveza
que a partir de 1631 los Jesuitas compraron la mayor parte de tierras en
Villavieja para fundar su Hacienda de este nombre. Triana (Ctd, Historia de la
Nueva Granada, José Antonio Plaza, 121).
De manera un tanto confusa García Borrero
reconoce el papel de la familia del Campo Salazar, encomendera en la villa de
Timaná y dueña de haciendas en Popayán en la apertura del camino de Guanacas,
para la incorporación de la ciudad y distrito de Neiva a lo que llama “el rico
mercado de Quito” y de Popayán con las llamadas “sacas” de ganado, pues esta
articulación realmente fue signifi cativa a fi nales del siglo XVII mientras que
los caminos fueron abiertos a partir de 1627.
Díaz Jordán modifi có un poco la visión de
aquel periodo y el del gobernador don Diego de Ospina (1651 – 1664), gracias a
su trabajo del protocolo de la notaria primera de Neiva y, en especial, al
hallazgo en el Archivo de Timaná, de un documento muy importante, la propuesta
de capitulación hecha por el gobernador don Diego de Ospina en 1656 para la
reducción y poblamiento de pueblos de indios Paeces y la fundación de una villa
entre el río Saldaña y el río Magdalena.
La tesis central de Díaz Jordán es que la
gobernación de Neiva fue un verdadero feudo durante el siglo XVII, a partir de
asociarlo con el supuesto carácter feudal de la encomienda y de apoyarse en la
argumentación del cronista Flórez de Ocáriz (Díaz, 35).
El concepto de feudo está más en la línea del
señorío en la de una unidad del régimen feudal.
La inconsistencia conceptual y teórica de la tesis de Díaz (Díaz, 36,
37), se advierte al confundir la condición terrateniente con la efectiva
formación de estructuras de poder basadas en la servidumbre y el
vasallaje. La tesis de Díaz será
retomada posteriormente por el historiador norteamericano Maurice Brungardt al
ocuparse del capitán Diego de Ospina como un caso relevante del poder y la
riqueza de los burócratas de la Nueva Granada del siglo XVII.
Fiestas del San Pedro En Neiva Huila Monumento La Gaitana |
Díaz matiza la tesis de la ciudad y
gobernación de Neiva como un feudo de la familia Ospina al califi carlo de un
feudo “progresista” argumentando, no el dominio terrateniente, sino el fomento
de la ganadería que fue, al igual que de la minería y de los cultivos de caña
de azúcar, tabaco y hortalizas, la redención económica de sus vecinos y
pobladores. (Díaz, 37). Ospina introdujo la fabricación de azúcar y
melaza y fomentó la producción de aguardiente en su hacienda “Trapichito”,
según García Borrero.
Sin duda el dominio del gobernador Diego de
Ospina y sus sucesores a lo largo del siglo XVII no estuvo basada sólo en la
condición terrateniente sino principalmente en el poder de su riqueza y
jerarquía política en la capital del Nuevo Reino que les permitió formar una
clientela con las mismas bases materiales de poder políticamente subordinadas
por fuera del marco institucional del poder local que fue el cabildo. Con todo, hace falta un estudio más profundo
del modo como la ganadería constituyó un tipo de sociedad y de cultura en el
distrito de Neiva y en general en el valle del Alto Magdalena.
Si bien Díaz encontró el proyecto de las
capitulaciones del gobernador don Diego de Ospina en 1656, la visión que
presenta de ese periodo no solo es superfl ua sino que no la aprovecha
debidamente para autoevaluar su tesis del feudo. Sólo la posibilidad de leer el contenido de
esas capitulaciones con el informe que precipitadamente hizo el gobernador
Diego de Ospina, hijo, en 1664, a raíz de su abrupta destitución podemos
encontrar el espesor objetivo del primer gran cambio histórico que vive la
ciudad y provincia de Neiva, en lo que hemos llamado la década de oro de esta
en el siglo XVII. Es decir, que la
ejecución de dichas capitulaciones dio lugar a las bases históricas de la
conformación de la ciudad y la provincia de Neiva de la época colonial.
El estilo apologético del escribano Flórez de
Ocáriz en su famosa Genealogía oculta la realidad histórica que el gobernador
don Diego de Ospina le describió y hasta explicó en sus escritos de 1664 y 1665
cuando fue destituido del cargo de gobernador de Neiva. Se trata de una pieza documental desconocida
para la historiografía huilense que resulta fundamental para conocer en
profundidad aspectos de esta ciudad en relación con sus problemas y contextos.
De otra parte, con el enfoque del concepto de
frontera, el capítulo I sección 3 del tomo I de su Historia Económica y Social
de Colombia, Colmenares hace un somero análisis de la fundación de ciudades en
la periferia de los Chibchas, como estrategia de “pacifi cación” y dominio
territorial en función del oro, que contiene algunas observaciones y tesis
sugestivas. En esta sección se menciona la
fundación, entre otras, de Neiva y la Plata en 1550 y posteriormente de la de
San Vicente de Páez. El autor reconoce que las guerras y rebeliones de los
indígenas le dieron a estas provincias el carácter de una frontera
provisoria. (Colmenares, 11). En la sección sobre el Nuevo Reino y sus provincias Colmenares plantea dos tesis de
interés metodológico para orientar el análisis de la fundación de Neiva y su
signifi cado en la historia del siglo XVII neogranadino. La primera es que la “Geografía de la Nueva
Granada aparece (aún hoy) como el hecho más decisivo de su historia” como se
advierte en el hecho de estar “dividida” en “…dos ejes, densidades y
geografías,… la oriental y la occidental”, pues sus nexos fueron muy frágiles,
sobre todo desde la creación de la Audiencia de Quito en 1564, pues desde
entonces, esta atrajo a su jurisdicción y a su influencia la gobernación de
Popayán”. La segunda es que “las
fundaciones que se establecen a lo largo del valle del Magdalena, desde Timaná
hasta Ibagué, son una tentativa de comunicar estas dos zonas”.
Monumento a La Raza Neiva Huila Colombia |
Así, en principio, el caso particular de
Neiva tiene importancia en función de la comunicación y las tensiones entre
esas dos regiones. El esbozo que hace
Colmenares en el capítulo VII de dicha obra, concretamente al abordar el poder
en la sociedad neogranadina del siglo XVII, sugiere el enfoque desde el cual
aparece la ciudad y distrito de Neiva asociados a la formación de una
estructura señorial, por el papel del fundador y su familia en el gobierno de
ella. Se trata de la relación del
patriciado criollo con los funcionarios llegados de la península, a través de
las alianzas familiares y la compra de títulos o cargos de la administración
colonial.
En concreto, Colmenares se detiene en el caso
de la familia Ospina, particularmente en el capitán Diego de Ospina y su papel
en las guerras de conquista, fundación de ciudades, explotación de minas y
compra de cargos como el de Alguacil Mayor de la Real Audiencia de Santa Fe. Contrasta dos tipos de relación entre dicho
patriciado y los funcionarios reales, la oposición y apresamiento del visitador
Monzón, liderada por Diego de Ospina el viejo con gentes de Mariquita, y la
alianza y servicio de Ospina el mozo, con el presidente Borja en la Guerra con
los Pijaos que le valió el título de gobernador y terrateniente en la provincia
de Neiva. Una nieta suya, Catalina fue
casada con el oidor Antonio Villarreal y después con Diego de Zorrilla, oidor
de Quito y una hija de Catalina, Francisca, casó con Gabriel Alvarez de
Velasco, oidor de Santa Fé. (Colmenares,
303,304).
Este enfoque no es el más adecuado para
pensar la fundación de Neiva después de la apertura de una frontera estratégica
para los intereses de la Corona y de sus súbditos, aunque también y a su modo
para los indios del valle de Neiva y provincia de Paeces pues, como veremos, la
crisis política entre las elites de Neiva (Santa Fe) y de Popayán de mediados
del siglo XVII originó uno de los grandes vectores de la historia política de
Colombia desde finales del siglo XVIII con el enfrentamiento entre esas dos
estructuras territoriales de poder dentro del Estado y la vida política.
Gutiérrez Ramos, fundamentado en el concepto
de linaje y en la información de los cronistas del siglo XVI (Juan de
Castellanos) y XVII (Juan Flórez de Ocáriz), estudia los linajes neogranadinos
fundados por el capitán Antonio de Olalla y el capitán Francisco de Ospina
(Gutiérrez, 134), centrándose en sólo el linaje de los Caicedo y en la dehesa
de Santa Fe, como base material de poder y riqueza, omite estudiar las
dinámicas económicas que supone el proceso de acumulación y las cuales están en
buena parte articuladas durante el siglo XVII a la familia Ospina a partir de
la fundación y gobierno de la ciudad, valle y provincia de Neiva. Gutiérrez apenas deja mencionado el papel del
linaje Ospina a partir de los vínculos matrimoniales de los Ospina con oidores
de la Audiencia de Quito, el cual se tradujo en relaciones económicas y
comerciales entre esta ciudad y la Provincia de Neiva, al igual que con la
ciudad de Santa Fe.
Maurice Brungardt propuso un enfoque
diferente que ayuda a estudiar la fundación definitiva de Neiva al abordar el
caso del capitán y Alguacil Mayor de la Real Audiencia de Santa Fe, Diego de
Ospina, como parte de una muestra de 58 burócratas coloniales. Este autor norteamericano considera el caso
en función de una tipología de la acción económica, militar y política, a
través de contrastes con otros dos casos contemporáneos suyos. La tesis central de Brungardt es que el
gobierno de la provincia de Neiva transformó a Ospina de un empresario versátil
en un señor feudal. No nos dice cómo
llegó a ser gobernador de esa provincia ni que intereses animaron el traslado
de sus inversiones de la minería y el transporte en Antioquia, Mariquita y
Honda hacia los valles de Saldaña y de Neiva.
El Ospina que se nos describe e interpreta es el del año 1623, cuando
hace el inventario y cálculo de su fortuna, no el del empresario que integra
múltiples roles al servicio de la Corona, principalmente como capitán, fundador
y poblador de pueblos.
Ni Gutiérrez ni Brungardt insinúan siquiera
los elementos biográficos de los fundadores de las dinastías de los Ospina y los
Caicedo, capítulo inédito de la historia social y política de la Conquista de
la Nueva Granada y, concretamente, del nacimiento de una elite criolla en Santa
Fe en el siglo XVI.
Inauguración de las Fiestas Sampedrinas en Neiva 2012 Fotos de César Rincón |
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