29 sept 2011

HISTORIA DEL HUILA


DESIERTO LA TATACOA, VILLAVIEJA HUILA, COLOMBIA
Antes de la llegada de los españoles, este territorio fue habitado por nativos laboriosos que aprovechaban la naturaleza sin descomponerla, como lo indica su pasado prehistórico.

Según los científicos Luis Duque Gómez (1995) y Julio César Cubillos (1991), el tiempo comprendido entre las primeras noticias de habitantes en este territorio y la llegada de los españoles se puede dividir en tres períodos: Formativo, Clásico Regional y Reciente. Durante el Periodo Formativo, el cual va hasta el siglo 1 a. de C., el territorio del actual departamento del Huila estaba integrado a una amplia región que incluía parte del también hoy departamento del Tolima y buena porción de la Amazonia.  

El período siguiente, el Clásico Regional, se prolongó hasta el siglo VIII; durante él se desarrolló la cultura San Agustín (Uyumbe o ullumbe), de cuyo grado de desarrollo nos habla aún la sorprendente estatuaria de los parques arqueológicos de San Agustín e Isnos, los hallazgos de Saladoblanco y La Argentina y los interesantes estudios de científicos que han localizado la frontera social de dicha cultura más abajo del municipio de Garzón. Al norte, la presencia aborigen quedó manifiesta en la Cultura del Valle Alto del Río Cabrera, llamada comúnmente Santana, y expresada en significativas obras de piedra y cerámica que pueden apreciarse en el Museo que poseen. El Período Reciente abarca desde el siglo VIII hasta la llegada de los españoles. Lamentablemente, los planteamientos sobre la frontera cultural entre yalcones, paeces y pijaos, posibles primitivos pobladores de nuestro departamento, es una hipótesis que aún no ha sido investigada 'por los arqueólogos (Llanos Vargas, 1995).

Otros estudios revelan que los aborígenes del sur y centro del Huila construyeron viviendas circulares, terrazas artificiales y redes de canales recolectores de agua para desecar los terrenos en los que cultivaron maíz, maní y fríjol; además recogieron raíces y frutos como el nogal (Llanos Vargas; 1995). Además de la agricultura, los nativos se ocuparon de la minería, los tejidos, la alfarería y el comercio, respetando el orden ecológico de la naturaleza.

El historiador Reynel Salas Vargas (1992) señala que los españoles llegaron a este territorio por el sur, bajo la comandancia de Sebastián de Belalcázar, quien había participado de la conquista del Perú al lado de Pizarro y fundado las ciudades de Quito y Popayán. Poco antes de su llegada, como se lo expresaron al Adelantado los indígenas del norte del valle del Alto Magdalena, el territorio había sido reconocido por Gonzalo Jiménez de Quesada, quien a consecuencia del mal suceso experimentado durante la expedición bautizó a esta ardiente llanura con el nombre de "Valle de las Tristezas".

Como resultado de la incursión de reconocimiento efectuada por Belalcázar, éste ordenó al capitán Pedro de Añasco fundar Timaná, orden que cumplió el 18 de diciembre de 1538, localizando la villa en la zona de influencia del más grande núcleo poblacional aborigen: dieciséis mil indígenas, según los cronistas de Indias. Del mismo modo, mandó al capitán Juan de Cabrera que sentará las bases de una nueva ciudad en la parte media del valle recorrido, lo que en efecto sucedió el 8 de diciembre de 1539, dando origen, por primera vez, a Neiva.

'La conquista del territorio huilense se circunscribió inicialmente al sur, pues Neiva debió ser abandonada pronto ante la urgencia de defender a Timaná de los continuos ataques aborígenes. De ahí que tan solo cuando la resistencia directa y bélica fue dominada, se volvió a la tarea sistemática de dominio de otras regiones, como la del norte, mediante la segunda fundación de Neiva por don Juan de Alonso, el 18 de agosto de 1550, y de la región del occidente a través del establecimiento de San Sebastián de La Plata, el 24 de agosto de 1551, fundada junto a las ricas minas de este metal, por el capitán Sebastián Quintero, y bajo las órdenes de la Real Audiencia.

La primera reacción del aborigen ante el invasor fue de expectativa y temor, y luego de curiosidad y hasta de amistad en algunos casos. Sin embargo, cuando el peninsular distribuyó al nativo en encomiendas, cuando lo hizo siervo tributario suyo y le impuso pesadas por el trabajo, las nuevas enfermedades que les trasmitieron y por los constantes enfrentamientos que sostuvieron contra los invasores. Sin embargo, su sangre se unió a la del español y originó un tipo racial que permanece vigente en nuestro medio. Su lucha, entonces, se incorporó a los valores de la raza, simbolizada hoy por la imagen de una mujer que recibió el nombre de La Gaitana

A pesar de lo que pueda pensarse, el español no logró adueñarse del territorio en forma fácil; por el contrario, los aborígenes se asociaron y lucharon ferozmente contra el usurpador animados por la cacica Gaitana. La lucha de los nativos, aunque no fructificó finalmente y contribuyó a su reducción numérica, perduró a través de dos siglos como expresión constante de resistencia contra el invasor y caracterizó al huilense como amigo y defensor de la libertad. Las tres fundaciones que originan la conquista del territorio huilense responden a tres motivos comunes en el ambiente continental americano de la época.

Timaná es la posibilidad de la explotación de la tierra y el tributo, gracias a la abundante población y a la calidad del terreno. Neiva es fundamental para el viajero que recorre el camino de Popayán a Santafé, y para delimitar los terrenos de una entidad gubernativa que prolonga el poder de Popayán hacia el oriente venciendo la cordillera Central. Por último, San Sebastián de La Plata es la opción de la prometedora explotación de las riquezas minerales, que ambicionaba el conquistador y esperaba la Corona.

En virtud de lo anterior, y como consecuencia de sucesos posteriores, cada una de las ciudades mencionadas tendría un desarrollo político y social diferente. Así, Timaná recibió el título de Villa y se fundó con linajudos descendientes de españoles, cuyas familias de encomenderos, como las de Bernardino Calderón y Fernández, Ambrosio de Salazar, Antonio de Rojas Losada y Juan de Cuéllar, permanecieron ligadas a las de Popayán y desarrollaron esa cultura propia basada en el reconocimiento de la pureza de la sangre y en el prestigio que da el poder político, la posesión de la tierra, la cercanía a los poderes y beneficios de la Iglesia y la obsecuente servidumbre de los criados y peones. San Sebastián de La Plata, designada ciudad, se asemejará bastante a Timaná, aunque dependerá de ella. Neiva, a  leyes, la pacífica y recelosa hospitalidad se tornó en guerra total para arrojar de su suelo al intruso.

Con el empleo de la mano de obra? nativa el hombre blanco estableció haciendas y explotó minas en forma irracional, lo cual dio como resultado el agotamiento de los nativos, debilitados su turno, destruida por segunda vez en 1569 por los pijaos, surgirá de nuevo y en forma definitiva con el título deciudad, el 24 de mayo de 1612. En su origen se hallará lo que más tarde se llamaría un proyecto agropecuario, ejecutado al amparo de la política gubernamental del presidente Juan de Borja.

El proceso de reconocimiento y conquista termina con la creación, en 1610, de la Provincia de Neiva, cuyos límites están comprendidos entre el Río Saldaña en el norte y el Macizo Colombiano en el sur. Bajo su jurisdicción se colocaron la Villa de Timaná y las ciudades de La Plata y Neiva (Salas Vargas, 1992). 



Texto extraído  del libro “Huila, Montaña Luminosa” del historiador Camilo Francisco Salas Ortiz


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