RESEÑA HISTÓRICA DEL FESTIVAL DEL BAMBUCO
FIESTAS DE FORTALECILLAS DESCABEZADURA DE GALLOS |
La fiesta sampedrina de Neiva tuvo lugar y origen en las devociones religiosas de los peninsulares que del norte las trajeron al Valle de las Tristezas y así se ha extendido por toda la región del Alto Magdalena.
Los españoles tenían la costumbre de despedir la estación de primavera y recibir la del estío con grandes regocijos; estaciones que finaliza, la una, y empieza, la otra, precisamente en el mes de junio.
El rápido crecimiento de las riquezas de los chapetones consistentes en grandes dehesas, cañaverales· y granjas de pancoger, en los predios de los aborígenes del Alto Magdalena, el establecimiento de estancos, su fe católica y la necesidad de atraer a la indiada al credo cristiano, facilitaron los medios para sembrar esa costumbre regional en la cual participaban amos, servidores y esclavos.
Para la celebración de esta fiesta se tenía como obligación; primero, asistir a misa; después, disfrutar del derroche del licor, despellejada de gordos animales, en los patios de las haciendas, luego cabalgatas de los señores, toreo en el corral, (para que le perdieran el miedo a los animales) quema de pólvora y varas de premios; todo al compás de los sonidos de los capadores hechos de carrizo, tambores tiples y carrascas, mojigangas y representaciones alusivas al diablo y a los espíritus malignos.
La tradición se mantuvo y se tornó más esplendorosa a través de los años con el crecimiento de la población, la profusión de zacatines, la subdivisión de la riqueza rural y la devoción muy sentida a San Juan y San Pedro; festividades programadas coincidencialmente en la última década de junio.
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